lo que me sucede contigo: me gustas, te deseo, caminas a mi lado, te pienso, me haces falta, estás todo el día en mi mente, te extraño, cruzas mi camino cada tarde, busco por el viento el brillo de tu imagen, te deduzco modosita, andando rapidito por las calles, te requiero, me hacen falta las yemas de tus dedos; te susurro si viajo en el camión, si voy en coche; i love you y yo no dejamos de soñarte, mis sentidos viajan por el suave borde de tus ansias. Añoro cada risa. Cada palabra, cada historia. Te quiero como nunca, y mucho más.
Es tu belleza entrañable, la odisea de tus besos por las noches. Es el éxtasis que provocas cuando hablas, el estallido de tu risa. Es la amigable compañía, los devaneos que nos brindamos... Son tus labios de cereza y las caricias a tu rostro. Es el amor, el brillo de tus ojos. La caricia embelesada, los te quieros cada día. Eres tú, Liliana. El destello de tu cuerpo. Es la aventura de tomarte de la mano.
Es tu sonrisa contagiosa. Sí. Es la suavidad de tu cabello, los ojos bien abiertos, la palabra precisa y oscilante. Son tus besos suaves, arrolladores, la mirada perdida en nuestra historia. Sí. Son tus pasos que sigo sin cesar y convencido. Enamorado, atado a tus caderas y a tu alma. Es el constante ir y venir acompañados. Sí. Son los días que pasan, los tuyos y los míos, en los que entretejemos la trama de los sueños. Eres tú. Eres el ancla que detiene mis desvelos, la brisa que me toca, las mañanas de amor y desconcierto. Eres tú quien por las tardes me toma de la mano y cuando duermo te vuelves universo. Sí. Reitero embelesado: te amo tanto como los hombres aman la luna y las estrellas.
Hay ciertos días en los que la palabra belleza no logra describirte por completo. Hay días en los que te quiero mucho más. Hoy es uno de ellos. Altiva, maravillosa. Con la blusa verde que confunde mis sentidos, la sonrisa que promete. En unas horas tus ojos se llenarán de asombro al abrir Erik sus juguetes de cumpleaños. Sus cuatro años y tu rostro, combinación ideal para abandonar el mundo extasiado por mirarlos. Quisiera atraparte para siempre. Y que nunca te alejes de mí, que cada noche hasta la última me digas te amo, que me lo recuerdes con tus besos; que lluevan cascabeles, caigan las estrellas, y que del suelo broten esmeraldas. Hoy es uno de esos días en los que cada minuto se llena de tu aroma, de la hermosura con la que caminas, pasas a mi lado, nos hacemos uno tomados de la mano. Hoy te quiero mucho más. Estarás ahí, sentada a mi costado, dormitando, olvidándote del viaje. Dejando atrás por unas horas lo complicado de tu semana. Yo te observo. Te pido poseerme. La urgencia de tu piel, los escarceos para buscar la suavidad de tu entrepierna, el tono suave con el que quisiera, como un sortilegio, enamorarte. Yo lo estoy. Hoy es uno de esos días, que del suelo broten esmeraldas. Qué porte, qué hermosura. Cuánto amor.
En los últimos días quisiera que mis devaneos te tocaran el alma, que a mis palabras sobrevinieran los deseos, que si me acerco a tí, me tomes en tus brazos, que si mi aliento roza tu nuca, desfallezcas; que si te beso el universo se contraiga en suspiros y jadeos. Tengo el deseo de estar en tí, de hurgar en tus memorias, de fusionarme con tu cuerpo. Quisiera poseerte. Me es tan necesario: algo en mi estallaría
Sí, lo he sentido una y mil veces: pienso en ti y mis ojos se refrescan de pequeñas gotas que laceran. Duele el amor. Por su intensidad, por su orgullo. Porque estás siempre a mi lado. Es un dolor intenso, delicioso. Está cargado del temor de perderte, de las horas que estaré sin ti. De viajes que parecerían eternos. De silencios y fugaces ausencias. Me duele amarte, lo reclaman mis sentidos. Pero te amo. Esa pasión llamada Liliana cautiva y enternece. Obliga a la sinrazón y a la locura. Duele el amor cuando no te veo. Pero a tu mirada siempre sobreviene la calma. Me reconfortas, respiro plácido, camino con destino. Tu mirada palia toda tempestad. Escampa entonces en mi alma enamorada.
En estos días no sale el sol, sólo tu rostro. Tu rostro que es divino, que enloquece. Tu gesto que conmueve mis entrañas. Te amo. Con una inmensa eme tan grande como furiosa, con la pasión desbordada y el encanto de tus ojos. Te amo toda alegría y grandes carcajadas. Te amo color azul celeste. Eres parte de mí, eres mi guía. Sin tus palabras mis caminos tornaríanse laberintos. Qué sonrisa la tuya, qué mirada: amorosa, gigantesca. Mía. Te amo siglos, tempestades. Te amo hambrunas, pestes y pandemias. Te amo tanto como inacabable, tanto como te amo, yo te amo.
Y un día cualquiera estabas a mi lado. Suficiente un cruce de miradas para que, entonces, se unieran todas las galaxias; cataclismos e ilusiones se hicieron uno mismo, bajaron a la tierra el poder y la pasión, la existencia supo de razones y la realidad se tornó en un sólo beso. Me enamoré, Claudia Liliana Moscoso. Profunda y eternamente, del brillo que emerge de tus ojos, de la sonrisa encantadora; de tu cuerpo y de tu voz
De inicio a fin, de mañana a anochecer. Todo. Del alba al ocaso, de hora cero a veinticuatro. Del despertar a la ensoñación, de un crepúsculo a otro igual. Todo. De antes meridiano a medianoche, de que sale a que se oculta el Sol, también cuando se muestra o esconde --¡vaya Luna!--. Todo. Todo el tiempo --todos los relojes, todos-- yo te amo...
Si abres mi perfil, encontrarás en grupos, textos, crónicas, reportajes... La esencia de la vida; la exacerbación de las sensaciones. La felicidad. Qué decir de mí, que me encantan varias cosas en la vida, como la investigación, la lectura, la música, la velocidad y una gran cantidad de aromas y sabores. Pero sobre todo me apasiona escribir y, lo más importante, ser amigo, ambas, lo que mejor me sale. Si me necesitas, ahí estaré.