jueves, 8 de marzo de 2007

Chiquilla




hay ocasiones en las que me pregunto hasta dónde vamos a llegar. Otras, en las que apenas recuerdo que debemos llegar a algún lado. A veces a gritos me sorprendo enmedio de una exquisita demencial y absoluta locura. Respiro agitado. Balbuceo, injurio. Me tenso. Te beso. Me miras. Somos uno. Y cuando la sinrazón nos abandona, cuando la agitación desvanece y los sentidos recobran su exacta dimensión, te observo, caminas, te vistes, acaricias. Cuando la sinrazón se va, clamo que vuelva. Cuando tomo Insurgentes a la derecha, después de mandarte un beso más, sé que sólo emprendo un largo recorrido por la ciudad que me llevará de nuevo hasta tus brazos. Cuando te siento, me pregunto contrariado: ¿hay que llegar a lado alguno sino a tu cuerpo?

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