martes, 6 de marzo de 2007

No son solamente...


No son solamente las tardes con tu imagen como perenne compañía; ni los miles de tonos que le he encontrado a tus pantalones de mezclilla; no solamente son esos minutos a hurtadillas en el estacionamiento ni los paseos de la mano por los límites del lago; no es tu sonrisa. No tus besos. No solamente. Va mucho más allá. Eres tú. Es el momento. Estás aquí, mágicamente, en el preciso instante en que te anhelo. Me gusta sentirte. Escuchar tus latidos cuando digo duerme y tú solamente pones ojo avisor y dices sí, claro que sí y nos sumergimos en ese letargo que inevitablemente sobreviene al placer. Te quiero. Lo mismo cuando nos exploramos con historias entre sorbos de café, que si, traviesa, mi mano navega tu entrepierna y de pronto exclamas: "Ey, ey, ¿y a ti quién te invitó?" al intruso por la ventana. Más allá cuando te escucho. Te quiero mucho más allá en ese preciso instante en que cada movimiento de mi boca se convierte en un grito y entonces soy como concertista que no quisiera dejar jamás del escenario. Compartimos historia. La vivimos. Y estoy feliz. Perdida la mirada en esa tu figura; mis manos hurgando cada poro de tu piel; eternamente embelesado con tu aroma; saboreándote con ternura infinita y muy muy muy cerca de enloquecer cuando te escucho.

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